El miedo es un mecanismo de defensa ante una situación que consideramos peligrosa, y que produce alteraciones fisiológicas y químicas en nuestro cuerpo. Todos hemos experimentado miedo alguna vez en nuestras vidas pero, ¿cómo podemos asustar a nuestros lectores?
- Lo primero que debes hacer es elegir un miedo. Para ello, puedes empezar analizándote a tu mimo y buscando tus propios miedos más profundos sacándolos a la luz. Muchas veces no tienen por qué ser miedos sobrenaturales o muy raros, de hecho, es muy posible que se trate de algún miedo racional. Esto será un punto a favor, ya que es muy posible que tus lectores también lo compartan y por tanto, empaticen mejor con la historia.
- Crea personajes con fortaleza. Procura crear personajes valientes con alguna debilidad interna o trauma. Por ejemplo, no es lo mismo desarrollar la historia con un personaje que en seguida se asusta (le quitará importancia a la situación) que con un personaje fuerte, que le cuesta tener miedo. Esto creará la sensación en el lector que, si el personaje está asustado, es por algo realmente inquietante.
- Construye situaciones cotidianas. Elije un escenario normal y diario e introduce algo terrorífico. Por ejemplo, puedes hablar del piso de al lado, de los sonidos extraños que se oyeron el otro día en la escalera de tu edificio… Son situaciones tan normales que el lector empatizará muy bien con lo que narras.
- Ataca a tu personaje. Introduce la figura del mal o el miedo en una situación segura para el personaje en la que supuestamente no deba pasar nada. De esta manera dejarás patente que no hay un momento de protección para él y por tanto, tampoco para tu lector.
- Elabora un final a la altura. Ten en cuenta que aunque el personaje supere su trauma o temor, puedes dejar claro que el miedo o la amenaza perdura. Seguro que así el lector sigue dándole vueltas después de haber acabado la última página.