Hoy queremos destacar algunas claves estratégicas para conseguir que tu cuento, relato o novela sea titulada como se merece.
Ponte en situación, has escrito todo el relato hasta la palabra “fin” tras la última frase. Estás feliz, emocionado y orgulloso de haber conseguido terminar tu cuento. Y entonces… ¡Horror! Te das cuenta de que aún no le has puesto título y aquí comienza la parte complicada.
Todas las historias han de tener un título digno de ellas, y aunque no tiene por qué ser un título muy extenso y rebuscado sí que debe plasmar de qué se trata y enganchar al lector para que quiera leer tu cuento.
Ten en cuenta que a lo largo de tu vida de lector o lectora te has encontrado infinidad de novelas, cuentos, relatos… que son titulados de forma general y que se repiten hasta la saciedad como por ejemplo “María”, “El regreso”, “La Verdad” que aunque, a primera vista te parezcan fantásticos, realmente no incitan a que nadie comience a leer tu historia.
Y aquí es donde nos encontramos con el primer concepto super importante: El título de tu historia no debe ser un resumen, sino una puerta.
Si el título de entrada no es llamativo, ya estás poniendo trabas. De nada sirve escribir un relato maravilloso si nadie lo lee. Pensemos cómo los grandes chefs se preocupan por emplatar sus creaciones artísticamente para que el estómago esté deseando probar el plato: nada más verlos anticipamos la emoción de lo que vamos a degustar. Ya al primer vistazo comienza la magia. Lo mismo puede ocurrir con un relato.
El título de tu historia debe anticipar lo que viene. Si por ejemplo tu cuento tiene un toque humorístico, ejemplos de títulos como “Con los cordones desatados, a ninguna parte”, de Hipólito G. Navarro o “Cartas de Steven, un perro, a magnates de la industria”, de David Eggers son buenos para que comprendas de lo que te estamos hablando. Sin embargo, si un relato está escrito con tono lírico e intimista buscará ese mismo efecto en sus títulos, como “Cubriré de flores tu palidez” o “Velocidad de los jardines”, ambos de Eloy Tizón.
Pero centrémonos en lo que has venido a buscar, la forma fácil y perfecta para conseguir un buen título para tu historia:
- Escoge alguna frase significativa del propio relato, incluso líneas de diálogo de los personajes. “Podemos recordarlo todo por usted“, de Philip K. Dick, juega con eso (aunque en su relato esa línea exacta no aparece, pero podría) o lo que también hace Vladimir Nabokov en su cuento “Se habla ruso”.
- Crea intriga con tu título: Es el caso de, por ejemplo, “Habría que darle un nombre”, de Matthew Klam, “La rana de las nieves”, de Arthur Bradford, “El arte de guisar y servir”, de Margaret Atwood o “Manual para puntuar las enfermedades del corazón”, de Jonathan Safran Foer. La tensión dramática puede enganchar al lector desde el primer momento.
- Opta por un título extraño y chocante: Si consigues llamar la curiosidad innata del lector, has dado en el clavo. Como por ejemplo los títulos: “Mi mujer al lado de mi mujer”, “El aburrimiento, Lester” o “El cielo está lópez“, todos de Hipólito G. Navarro.
- Títulos que incluyan nombres, fechas y detalles precisos. Son títulos que se nutren de realidad y que apelan a la empatía del lector por los personajes y sus historias, como “El día del señor Reginald Peacock”, de Katerhine Mansfield, “Postal con médico y playa al fondo” de Fernando Escudero,“El Hotel Jack Randa”, de Alice Munro o “Elizabeth que venía en el nocturno de las diez y cuarto“, de Jose Andrés Rivas.
Como puedes ver, un buen título es lo que hace desear leer ese relato, si el título de entrada no capta la atención del lector, difícilmente optará por leer tu obra.